sábado, 22 de diciembre de 2007

Modelo de Ciencia, modelo de conocimiento y modelo de realidad ¿Como abordar estos conceptos en nuestra actividad profesional?

En las exposiciones anteriores de la teoría y la práctica arqueológica, elaboramos un primer acercamiento a los problemas propios de la actividad científica y de las implicancias de la teoría en este mismo sentido. Sin embargo, hemos dejado de lado en ese debate, abordar la articulación de cada una de ellas en base a nuestra actividad practica, es decir, cual es la salida que planteamos nosotros ante los desafíos planteados anteriormente.
Para comenzar podemos decir que el modelo de ciencia, conocimiento y realidad se constituyen en base a las mismas condiciones que planteamos para la teoría en general. Sin embargo hay un concepto sobre el que parece necesario profundizar y es de la ciencia.
En relación a esto surge la pregunta ¿Qué es la ciencia? Y entonces la forma más común de responder a esta pregunta es que constituye una forma de conocer el mundo. Esto porque desde sus orígenes el ser humano ha intentado explicar los mecanismos que conducen tanto su mundo interno como externo, con el deseo de obtener las explicaciones que subyacen a todos fenómenos que ocurren. Numerosas han sido las interpretaciones que se han dado a lo largo de todas nuestra historia a todo aquellos fenómenos que nos sorprenden y que tenemos la necesidad de explicar respecto de todo lo que nos rodea y lo que somos.
Esto no ha sido un camino corto, la ciencia vino a romper con muchos años de explicación metafísica de la realidad, y en el cual se entrega al hombre la herramienta básica para poder reconstruir desde sus reflexiones, las explicaciones que necesita. Es así como este método científico penetra el área de la naturaleza y poco a poco, ha otra esfera del conocimiento como es la sociedad, partiendo de la base de que es posible conocer.
La explicación científica puede ser simplificada en relacion a la estructura establecida entre el patrón a ser explicado “explanandum” y a las circunstancias que se cree, explican el evento, “explanans” (Little 2000). De esta premisa inicial surgen preguntas en relación a este razonamiento las cuales toman forma de preguntas “porque-necesarias” y preguntas “como-posible”(Little 200).
Las preguntas “porque-necesarias” nos muestran un evento, regularidad o proceso; necesario o predecible en las circunstancias (Little 200). Para ello identifican las condiciones iniciales y los procesos causales que determinan el explanandum, en otras palabras, identifican las condiciones suficientes para que un evento ocurra. Sin embargo, no se puede ser tan reduccionistas y homologar por ejemplo este razonamiento a las explicaciones de los fenómenos sociales, ya que la mayoría de las veces solo se puede establecer que determinadas circunstancias aumentan la posibilidad de un explanandum. Muchas veces la preguntas porque-necesarias toman la forma de explicaciones causales, aunque otras veces la de explicaciones basadas en las motivaciones del agente o explicaciones funcionales.
Otro tipo de explicación toma la forma de la pregunta “como-posible”. Generalmente estas preguntas conciernen al comportamiento de sistemas complejos, relacionadas a la demanda de explicaciones funcionales de partes del sistema (Little 2000).
La estructura lógica de una explicación científica, esta basada en el modelo de ley cubriente que nos remite a la idea de que un evento dado o una regularidad, puede ser introducido bajo una o más leyes generales (Little 200). Esto quiere decir que comprendemos un fenómeno o regularidad una vez que vemos como estas se derivan de regularidades mas profundas de la naturaleza o en otras palabras, que el evento o regularidad no es accidental sino que mas bien se deriva de algunas leyes mas básicas que regulan el fenómeno.
Esto ha sido desarrollado bajo la forma de la explicación deductiva-nomenologica (D-N), donde una explicación es un argumento deductivo y sus premisas incluyen una o más leyes generales testeables y uno o más enunciados de hecho testeables. Así la explicación científica consiste en un conjunto de enunciados que afirman la ocurrencia de ciertos fenómenos en un tiempo y lugares determinados.
Sin embargo no todas las explicaciones científicas dependen de generalizaciones universales, algunas leyes científicas son estadísticas antes que universales, por lo que el modelo D-N ha sido adaptado para cubrir explicaciones que involucran el primer tipo de leyes. El modelo inductivo estadístico (I-E), describe una explicación estadística como consistente de una o más generalizaciones estadísticas. La forma de argumento acá es otra, en vez del argumento deductivo en el cual la verdad de las premisas garantiza la verdad de la conclusión, el argumento I-E solamente transmite apoyo inductivo o probabilistico al explanandum (Little 2000).
Para algunos autores incluso esta visión no es lo suficientemente completa pues muchas explicaciones estadísticas de un evento ni siquiera llevan a la conclusión de que el evento seria probable en esas circunstancias solamente que, a la luz de las circunstancias, seria más probable que en el caso de que dichas circunstancias hubiesen estado ausentes.
Los cientistas sociales comúnmente distinguen entre explicación empírica y teórica. Esta distinción sin embargo no esta bien establecida puesto que las explicaciones teóricas, si es que en algún sentido son buenas, deben ser empíricamente sustentables. Pero esta distinción es verdadera y se puede caracterizar como explicación deductiva e inductiva, en el sentido que una explicación inductiva busca incorporar el evento bajo alguna regularidad empírica previamente establecida y la explicación deductiva involucra derivar una descripción del evento a partir de hipótesis teóricas acerca del proceso que lo produjo (Little 200).
En base a tal distinción parece necesario volver sobre un tema que habíamos dejado de lado y que era la articulación de tres conceptos que desde diferentes posiciones han sido relacionados y caracterizados: la gnoseología, la ontología y la metodología.
Esto por que para describir nuestra posición en torno a la articulación del modelo de ciencia, de conocimiento y de realidad es necesario justificar nuestra posición en cada una de estas esferas. Podemos decir antes de nuestro análisis posterior que nuestra posición teórica, se desglosa en base a los planteamientos del materialismo histórico y a la vez, en los postulados formulados desde la “arqueología social latinoamericana”. En este sentido, parece necesario realizar una caracterización de relación que se establece dentro del materialismo histórico entre teoría y método para poder acercarnos a como se expresa esto en nuestra actividad arqueológica
Como punto de partida señalaremos que entendemos que finalidad de toda investigación científica es “generar un nuevo conocimiento, que refleje la realidad concreta de la manera mas objetiva posible” (Bate 1989: 7).Esto porque el materialismo histórico al igual que como lo plantea Bate (1989) constituye el fundamento científico de una posición ideológica y política que busca la transformación de la realidad a través de la praxis, lo que requiere del conocimiento preciso de la realidad.
Esto implica que desde el materialismo se postula “una solución unitaria a los problemas de la gnoseología, la ontologia y la metodología” (Bate 1989: 7)
Así el problema de la gnoseología es abordado desde una perspectiva materialista de la objetividad que implica la existencia de una realidad externa independiente de la conciencia o de cómo esta es conocida y de paso la prioridad de la teoría de la realidad sobre el método de investigación
En este sentido tal cual como plantea Bate (1989) no podemos plantearnos conocer si carecemos de toda noción sobre el objeto de conocimiento. Es por ello que la práctica se transforma en el origen del conocimiento y se define como la actividad deliberada y consiente, física, mental y espiritual del hombre, surgiendo como consecuencia de la necesidad propiciada por la práctica social de ideas verdaderas acerca de las cosas. En su segunda tesis sobre Feuerbach, Marx lo decía:

“saber si el pensamiento humano puede conducir a una verdad objetiva no es una cuestión teórica sino practica. Es en la práctica donde el hombre debe probar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. La discusión sobre la realidad o irrealidad del pensamiento, aislada de la practica es puramente escolástica” (Marx y Engels 1981: 7).

En este sentido, el materialismo histórico se diferencia de otros materialismos que, creyendo ser científicos, excluyen en su interés captar la realidad a la actividad humana concreta, es decir, excluyen el elemento subjetivo:

“El principal defecto de todo materialismo anterior, incluyendo el de Feuerbach, reside en que no capta el objeto de, la realidad del mundo sensible, soplo bajo la forma de objeto o de intuición, pero no en cuanto a actividad humana concreta, en cuanto a practica, es decir de manera subjetiva. Esto explica porque el aspecto activo fue desarrollado por el idealismo en oposición al materialismo; pero solo de modo abstracto, puesto que el idealismo, naturalmente, no conoce la actividad concreta como tal: Feuerbach quiere objetos concretos, realmente distintos de los objetos del pensamiento; pero no concibe la actividad humana en si como actividad objetiva. Por ello considera en la “Esencia del cristianismo”, que la única actividad practica verdaderamente humana es la teórica, mientras que solo capta y define la actividad practica en su sórdida manifestación judía. Por eso no comprende la importancia de la actividad revolucionaria, de la actividad practico-critica” (Marx y Engels 1981: 7)

De esta manera, frente al modelo sensual empirista basado en la teoría del reflejo, en el cual la relación sujeto, objeto, conocimiento se realiza en un proceso en el que el sujeto es un agente pasivo-receptivo, cuyo papel se reduce a contemplar y recibir los estímulos del exterior; y también frente a su contraparte, el modelo extremadamente subjetivista que establece que en la triada sujeto, objeto, conocimiento el predominio es del sujeto, en un proceso en el que se otorga al sujeto cognoscente no solo la capacidad de captar y comprender la realidad, sino la producción de la propia realidad; el materialismo histórico postula el principio de la interacción sujeto-objeto de manera dialéctica permanente.
La teoría desde esta perspectiva, es resultado de las investigaciones precedentes y punto de partida de las nuevas investigaciones (Bate 1989). Así dentro del proceso de investigación la teoría cumple una función heurística, que “permite el planteamiento racional y sistemático de los problemas y la planificación de los procedimientos para la investigación que genere nuevos conocimientos” (Bate 1989: 8).
En base a esto parece necesario ahora reflexionar sobre lo que constituye para nosotros la arqueología como actividad profesional para desprender como son abordados esos elementos.
De acuerdo a ello entendemos que la arqueología es una disciplina de la ciencia social.
Su objeto de conocimiento son por tanto, las sociedades concretas como totalidades históricas. La totalidad en base a esto, es una herramienta teórica para la reconstrucción de una realidad social concreta; su punto de partida es la respuesta materialista y dialéctica de lo qué es la realidad; por ello debe considerarse la unidad indisoluble entre lo ontológico y lo óntico, es decir, entre la postura que asume la preeminencia de la existencia sobre la conciencia; pero a la vez considera lo existente como expresión de esa preeminencia; dicho de manera más explícita, conocer la realidad a partir de sus expresiones concretas del mundo social, de lo sencillo, de lo dado, pero en el marco de un proceso global en el cual se considera toda la riqueza y complejidad el mundo social, lo objetivo y lo subjetivo. De esto se desprende la totalidad no significa el agrupamiento de todos los aspectos, cosas y relaciones, totalidad significa realidad como un todo estructurado y dialéctico, en el cual puede ser comprendido racionalmente cualquier hecho (clases de hechos, conjunto de hechos). Sin la comprensión de que la realidad es totalidad concreta que se convierte en estructura significativa para cada hecho o conjunto de hechos, el conocimiento de la realidad concreta no pasa de ser algo místico, o la incognoscible cosa en sí.
Volviendo a la arqueología, su especificidad con otra esta sustentada en base a una particular clase de información empírica a partir del cual se infieren las caracteristicas de las sociedades en estudio. Esto son los “efectos materiales que los hombres producen y generan al realizar las diversas actividades de la vida cotidiana que presentan como conjunto, la singularidad fenoménica de la cultura” (Bate 1989: 8). Esto nos quiere decir que pese a ser producto de la actividad humana en general, los materiales adquieren particularidades de acuerdo a su cultura, lo que es evidente por ejemplo en artefactos como los fragmentos cerámicos donde una decoración particular se establece en función de esto. Debemos agregar a esto, que a partir de que el arqueólogo estudia sociedades pasadas, sus objetos han sido desvinculados de las actividades y las relaciones sociales que le dieron origen y por tanto han sido afectados por diversos y a veces complejos procesos de transformaciones (Bate 1989).
Luego de esta breve descripción de lo que entendemos por arqueología, es necesario analizar brevemente sus implicancias en cuanto al proceso de investigación abordado desde nuestra perspectiva, dando cuenta de sus implicancias ontologicas, valorativa y metodologica.
En relación al área valorativa, entendemos que nuestras motivaciones son heredadas desde el marxismo y por tanto rescatan a partir de nuestras interpretaciones el contenido de clase y su comprensión dentro de la sociedad, destacando los aspectos conflictivos que de originan dentro de ella y su transformación desde una mirada desnaturalizarte de los ordenes establecidos en una dimensión temporal y que cuya transformación es producto de las contradicciones inherentes al interior de la sociedad desglozadas en primera instancia de la relación entre las relaciones sociales de producción y los modos de producción en donde determinadas relaciones de producción se resisten a los cambios producidos por un modo de producción innovador y por tanto se establece el desarrollo de un conflicto, articulado en base a intereses de clase; y en cuanto al objetivo central del conocimiento, como mencionamos con anterioridad este constituye la explicación del desarrollo histórico de las sociedades concretas.
En relación al área ontologica entendemos lo social y por tanto a las sociedades como una totalidad jerarquizada con una eficacia causal que plantea como premisa que toda asociación humana nace y se desarrolla a partir de un motivo básico para esa asociación que es la producción de las bases materiales de la vida y en particular, la forma en que las relaciones sociales de producción se articulan en base a las formas de propiedad (Gandara 1993).
Esto abordado desde la arqueología implica asumir los objetos materiales como dinámicos y resultantes de múltiples procesos que lo transforman y lo traen al presente; requiriendo para esto una lógica de investigación que considere diferentes momentos metodológicos (Gandara 1993).
En este sentido algunos criterios importantes para analizar los procesos de producción de la información para abordar las metas propuestas por nuestra posición teórica son: “definir el tipo de actividades a las que se incorporan los contextos arqueológicos y sus componentes, las funciones que adquieren esos conjuntos actuales, las característica de los agentes que les dieron origen (posiciones y actividades sociales, ideología, conocimientos, etc.) y por ultimo las características de los contextos informativos actuales y de sus componentes” (Bate 1989: 12).
Finalmente en relación al área metodologica, una vez conocidos los procesos de génesis de los datos e información arqueológica podemos revisar las fases del proceso de investigación de las sociedades concretas en arqueología.
La primera fase se refiere a la producción de la información, esto se refiere al conjunto de procedimientos técnicos y lógicos que nos permiten la obtención del registro arqueológico que permiten la “obtención, procesamiento analítico, ordenación, descripción y comunicación de la información generada a partir de los datos arqueológicos empíricamente observables” (Bate 1989: 12). Implica con ello formular “protocolos de registro y procedimientos técnicos y analíticos que sistematicen los trabajos de campo y laboratorio, así como la creación de acervos y de procedimientos de comunicación de la información producida” (Bate 1989: 12)
La segunda fase, refiere a la definición de la cultura arqueológica y es básicamente una instancia de análisis de confiabilidad y organización de la información producida, buscando determinar el grado en que los sesgos del proceso de producción de información han implicado perdida y distorsión en el conocimiento de los atributos empíricamente observables en los objetos y contextos arqueológicos, como organizar la información arqueológica y medioambiental de la cultura arqueológica que tenga relación con su historia (Bate 1989).
La tercera fase implica la inferencia de las culturas, presentando “el conjunto de formas culturales que pudo presentar la cultura de la sociedad viva, como un sistema de contextos momentos simultáneos y sucesivos, en los cuales se desarrollaron diversas actividades involucrando objetos y condiciones materiales determinadas” (Bate 1989: 13). Es necesario por tanto abordar la historia de los contextos que intervinieron desde que sus componentes se desligaron de las actividades sociales que los originaron, tales como la acción de factores ambientales como antropicos.
Finalmente la última fase implica la explicación del desarrollo histórico concreto, en donde el objetivo es la realización de una síntesis que permita explicar la dinámica de los procesos históricos en la forma en que se concretan, abordando con ellos “las determinaciones fundamentales y generales a partir de los procesos mismos” (Bate 1989: 13)
Concluyendo nuestro análisis podemos decir que como lo hemos planteado, que es posible a partir de un modelo de ciencia particular construido en base a objetivos que intentan reconstruir una explicación que refleje la realidad del desarrollo histórico de las sociedades concretas como totalidad, es posible construir un modelo de conocimiento articulado en base a los principios del materialismo histórico en la relación entre teoría y método y con ello una posición teórica materialista histórica coherente en sus áreas valorativas, ontologicas y metodologicas que se desenvuelva dentro de la arqueología vista como ciencia que construye sus postulados a partir de un determinado tipo de información empírica como lo es un contexto arqueológico.


Bibliografía:

Bate, L. F. 1989 Notas sobre el materialismo histórico en el proceso de investigación arqueológica. Boletín de antropología americana 19: 5-27.

Gandara, M. 1993 El análisis de posiciones teóricas: aplicaciones a la arqueología social. Boletín de antropología americana 27: 5-20.

Little, D. 2000 Variedades de explicación social: Parte I. Traducido por G. Vallejos y M. Rodríguez. Publicaciones Especiales del Departamento de Filosofía, N°87, Serie documentos del grupo Cognición y Praxis, Volumen 26. Ed. Universidad de Childe, Santiago.

Marx, K y F. Engels 1981. Tesis sobre Feuerbach. En “Obras escogidas en tres tomos” ED. Progreso, Moscú, tomo I . Pp 7-10.

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